viernes, 22 de junio de 2007

Mario Navarro Andrade

Mario Navarro, productor de los años ochenta:
“Hoy no existe nada que se pueda comparar al Café del Cerro”

Creador del mítico café de la resistencia cultural a la dictadura de Pinochet habla sobre sus inicios en la producción artística y los orígenes del desaparecido lugar.

Mario Navarro. Si se le dice este nombre a cualquier persona en la calle, lo más seguro es que nadie sabrá quién es. Pero si se nombra al Café del Cerro, cualquier ciudadano mayor de 25 años es muy posible que responda con propiedad, o que incluso diga que estuvo alguna vez en el lugar.

Mario Navarro. Este nombre que parece tan común y que en la guía de teléfonos de Santiago de Chile aparece con 36 personas que lo llevan es el nombre detrás del conocido Café del Cerro, centro neurálgico de la contracultura en los tiempos del régimen militar. Mario Navarro con el apellido materno Andrade, para diferenciarlo de tantos otros, nació en Valparaíso. De padre marino mercante, y con su mismo nombre pero con apellido materno Martinich, muy pronto surgió el traslado a Punta Arenas, ciudad donde se crió.

Aprendiendo de su padre, uno de los fundadores del Festival en la Patagonia, fue ganando experiencia y el gustito por la producción de espectáculos. De esta manera, cuando estudiaba Diseño Paisajístico en la Usach en los años setenta, paralelamente trabajaba para una productora llamada Nuestro Canto, que pertenecía a Miguel Davagnino, conocido locutor radial que hoy en día trabaja en la radio W. “Hacíamos espectáculos tanto de teatro como culturales en las poblaciones”, explica.

También había sido productor de eventos muy alternativos y contestatarios, así como también mánager de artistas, y el verano de 1980 había realizado un trabajo para la Coca Cola, un festival de baile onda disco por todo el litoral central desde Santo Domingo hasta Quinteros y por primera vez le habían caído unos pesos con los que se compró un equipo de amplificación de sonido.

“Con esto llegué a trabajar en lo que podría ser un antecedente del Café del Cerro, que se llamaba Kaffé Ulm, ubicado al lado del Cine Normandie”, el actual Cine Arte Alameda, recuerda. El Kaffe Ulm pertenecía a otro diseñador que además era músico y lo había creado para hacer reuniones jazzísticas. “Empezamos a llevar gente del Canto Nuevo y a poco andar me convertí en el productor de ese local, junto a un amigo que también trabajaba en Nuestro Canto: Nicolás Marín”, agrega.

“En ese momento invité a Marjorie Kusch para que nos apoyara en los servicios. Ahí surgió el pololeo con ella. Al principio fuimos amigos, después empezó el pololeo que se interrumpió un par de veces pero nos mantuvimos como amigos y trabajando juntos”.

Muy unidos estuvieron un año trabajando en ese café, hasta que fue cerrado por la municipalidad cuando ya había agarrado bastante figuración. “Teníamos bastantes problemas de patentes y entonces la municipalidad buscó el subterfugio y a través del departamento de obras lo cerraron y no hubo vuelta atrás”.

Paralelo a este trabajo, Mario Navarro ya había abierto una oficina llamada Sonos donde manejaba los equipos de sonido que cada vez eran más y mejores, y empezó a hacer otros espectáculos.

“Pero con el cierre del Kaffe quedamos como pareja a la deriva”, confiesa. Pero con toda la experiencia, bastante exitosa del año y medio en el Ulm, donde habían gestionado las actuaciones de Capri, Chamal, Eduardo Peralta, Eduardo Yáñez, Schwenke y Nilo, Osvaldo Torres y mucho jazz, entre otros Quilín, Santiago Stompers, Retaguardia Jazz Band, Roberto y Mario Lecaros.

“Con las patas y el buche”, rememora, “empezamos a buscar una casa y nos gustó el Barrio Bellavista, por la ubicación central, a una cuadra de plaza Italia, con acceso al Metro, a los pies del Cerro San Cristóbal, etcétera, un lugar muy estratégico en Santiago, con vida de barrio, muchos árboles y la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. También, por supuesto, sabíamos de la existencia de la casa de Pablo Neruda, que estaba el restorán Venezia, un local que se llamaba Los Alemanes y la Galería de Arte del Cerro”.

Buscando la casa dieron con un lugar donde había funcionado el Taller 666 desde el año 78 al 81, como una propuesta ligada principalmente al Partido Comunista con artistas y clases de arte. “La verdad que nos gustó como local, como ubicación pero tuvimos sus resquemores porque queríamos hacer una propuesta nueva, romper un poco y estaba con una marca del Taller 666. Para nosotros era muy importante abrirnos a la comunidad y hacer una cosa nueva y eso venía con el peso del Taller 666, que había sido un lugar emblemático anti dictadura”, enfatiza.

Pero al final las condiciones se dieron, la arrendaron y ahí se quedaron. Dinero para financiar el nuevo emprendimiento no faltó, porque dice haber contado “con mucho apoyo familiar, además de préstamos por aquí y por allá, buscando peso a peso para ir pagándole a los maestros”.

Porque ya de empezar se metieron con una ampliación bastante grande. Echaron murallas abajo donde estaba la entrada, hicieron los baños y la cocina. Junto con eso, empezaron a llegar artistas porque como era tan grande la casa, siempre tuvieron la originarl idea de subarrendar las piezas como talleres. “Cuando nosotros inauguramos el Café ya había varias salas funcionando como atelier”, ejemplifica.

Ese día fue el miércoles 15 de septiembre de 1982. Tocaron Wampara, Miguel “Negro” Piñera, el grupo folclórico chilote Chamal, “y llegó de sorpresa con su guitarra Gervasio que dijo yo tengo que estar acá y yo tengo que tocar” cuenta Mario Navarro como si el cantante uruguayo hubiese intuido que el lugar sería tan mítico como él mismo. Entre los invitados estaba la familia, amigos, periodistas. El jueves estuvo el grupo Wampara que tuvo su primer recital, con su gente, unas 50 personas. “El viernes nos metimos a la cosa dieciochera y estuvo el grupo Quilín, que hacía jazz rock, debe haber tenido sus 50 personas también”, recuenta, “y el sábado estuvo el Negro Piñera, que estaba en su pleno boom y ahí pasamos las 100 personas”.

Desde el primer día y durante 10 años el Café del Cerro marcó la pauta cultural en lo que a música popular se refiere. Ahí se presentaron en sus primeras actuaciones Los Prisioneros, La Ley y todos los cantantes y grupos que con el regreso de la democracia empezaron a retornar: Patricio Manns, Inti Illimani, Illapu, junto con las primeras actuaciones de artistas extranjeros como una mítica presentación de Luis Alberto Spinetta, grabación que todavía se vende en foros de internet.

La etapa más dura, cree, fue durante las protestas de 1984 y 1985. Dos bombas incendiarias fueron lanazadas al local cuando, afortunadamente, era de madruigada y no había nadie aparte de un nochero. Afectó a un baño del primer piso y a las piezas del segundo piso que eran arrendadas por el Taller Espiral, famoso grupo de danza que era dirigido por Joan Turner (viuda de Víctor Jara) y el actor y coreógrafo Patricio Bunster.

Aunque también hubo anécdotas menos terribles. Mario Navarro cuenta que para el segundo aniversariod el Café pincharon los cuatró neumáticos de cada auto estacionado a la redonda. Tuvo que partir apurado a conseguir en una vulcanización que le hicieran la "paleteá" antes del toque de queda para que sus clientes pudieran irse a sus casas.

En la actualidad Mario Navarro no cree que exista otro establecimiento que se le pueda comparar. Contesta que las razones de la desaparición del Café del Cerro se debieron a tres factores: “primero, porque nos ofrecieron un buen precio por la propiedad (que ellos habían comprado al tercer año de arrendar, gracias al éxito del lugar); segundo, porque pensamos que con la democracia ya no sería tan necesario un lugar como ese; y tercero, porque ya estábamos agotados y se nos habían acabado las ganas de seguir en la bohemia”.

Radicado con su mujer en Magallanes, desde que adoptaron una niña y después un niño al par de años de cerrar el Café, dice estar muy bien y llevar una vida más relajada. Ahora se dedica a los negocios gastronómicos y ya posee con su mujer dos reconocidos restoranes de Punta Arenas, el austral “La Luna” y el italiano “O Sole Mio”. Tan bien les ha ido que ya aparecen en más de 20 guías de turismo extranjeras.

5 comentarios:

  1. Muy buena la nota de principio a fin, aunque me dio mucha risa eso del Café Ulm -creo que nunca entraría a un lugar que se llamase así, quizás por la fama de aburrida que tiene esa ciudad-. En todo caso me resultó interesante que lo denominaran Kaffe -como la palabra alemana para denominar a la bebida-, pues el local acá se denomina Café o sea todo al vesre. Saludos

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  2. que romantica y nostalgica la historia del cafe..me habria encantado ir, pero en esa epoca mi mama me tenia cortito..

    saludos

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  3. No estudió Diseño Paisajista en la Usach como dice la nota, sino en la Universidad de Chile, primero en la escuela de Diseño como parte de la Facultad de arquitectura, en el Campus Cerrillos y finalmente en Marcoleta cuando toda la facultad se cambió a esa ubicación.

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  4. Mi nombre es Mario Guzmán y fuí compañero de Mario Navarro en la Escuela de Diseño de la Universidad de Chile.

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  5. Yo tuve toda la rebeldía de la época dónde la juventud buscaba su espacio para gritar contra las injusticias y poca cobertura de desarrollo social..

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